CULTURA DE LA BIOSEGURIDAD EN LA PRODUCCIÓN DE HUEVOS

AUTOR: D. Elías F. Rodríguez Ferri.

Doctor en Veterinaria. Catedrático de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León. Académico de Número de la Real Academia de Ciencias Veterinarias de España. Miembro de la Comisión Delegada del Instituto de Estudios del Huevo.

 

9 de marzo de 2022.- Aunque puede resultar una obviedad, es preciso recordar que las aves, como el resto de animales, son susceptibles a muchas enfermedades infecciosas y que algunas son transmisibles al hombre, las zoonosis, y todas ellas limitan la rentabilidad de la explotación y el bienestar animal. Los patógenos, bacterias, hongos, virus, protozoos, helmintos, etc., acceden a los animales a través del embrión, desde los reproductores infectados, directamente desde otras aves enfermas o desde vectores. Su capacidad de supervivencia en el ambiente de la explotación es muy variable dependiendo de su condición y la existencia de estructuras de resistencia.

La Bioseguridad se puede definir como el conjunto de intervenciones que se aplican en una instalación, industria o actividad, en general, para impedir la entrada y difusión, en su caso, de un agente patógeno y la enfermedad infecciosa correspondiente. El RD 637/2021 de ordenación de las granjas avícolas define la Bioseguridad como “el conjunto de medidas que abarcan tanto las estructuras de la explotación, como aquellos aspectos del manejo y gestión, orientados a proteger a los animales de la entrada y difusión de enfermedades infecto-contagiosas y parasitarias en las explotaciones”.

La Bioseguridad es, por tanto, un concepto básico, que se ha introducido de forma general en múltiples actividades para hacer de éstas, cuestiones saludables, garantizando la ausencia de riesgo biológico e impidiendo la difusión de un peligro en particular. En el caso de la avicultura industrial, aquí la destinada a la producción de huevos, la definición aplica con total claridad; esto es, conjunto de prácticas, procedimientos, medidas e instalaciones para impedir la entrada y difusión, en la explotación, de agentes biológicos capaces de producir enfermedades que afecten a los animales, incluyendo las transmisibles al hombre (zoonosis) aunque a los animales no les afecten, pero de las que se consideran reservorios.

Lo cierto es que a consecuencia de la pandemia que actualmente sufrimos los humanos, hemos aprendido y familiarizado, con muchas cuestiones que se identifican con la Bioseguridad. La población general, no solo los sanitarios, utilizamos mascarillas, guantes, geles hidroalcohólicos, mantenemos distancia entre nosotros y aplicamos medidas preventivas cautelosas cuando entramos en establecimientos públicos (aforos), incluso al aire libre. Tales medidas y comportamientos lo son de Bioseguridad, para evitar la adquisición, el contagio y la consiguiente transmisión del coronavirus responsable. Esta forma de entender la prevención, porque preventiva es la orientación de la Bioseguridad, supone una forma de actuación responsable, entendiendo su justificación científica (existencia de microorganismos patógenos y su forma de actuación) que constituye una forma de actuar, una filosofía de entender el comportamiento, que denominamos cultura, la “Cultura de la Bioseguridad”. La cultura de la Bioseguridad aplica un compromiso de todo el personal del establecimiento avícola para los fines señalados antes, comportamiento que obedece a una serie de normas que deben ser comprendidas, aceptadas, apoyadas y ejecutadas; debe convertirse en una forma de actuar tanto de forma singular como en equipo, que dirija las operaciones habituales que se llevan a cabo en la empresa, evitando las situaciones de riesgo y facilitando comportamientos saludables, todo ello como una rutina y un modo de entenderé el trabajo responsable.

La cultura de la Bioseguridad es, por ello, el conjunto de conocimientos, actitudes y comportamientos que representan el entorno positivo de los planes o programas de Bioseguridad, todo lo cual repercute positivamente en un incremento de la productividad y en condiciones de bienestar, representando una forma responsable de colaborar en otros muchos aspectos que indirectamente afectan también a la salud ambiental y del ser humano. Lograr y mantener una cultura de Bioseguridad requiere formación, educación, conciencia y entrenamiento periódicos de todos los que forman la plantilla de la empresa, satisfechas las exigencias de infraestructura y del material necesarios para su práctica diaria, planteándose también la conveniencia de un sistema de auditoría que permita evaluar si las normas y prácticas se cumplen a satisfacción, detectar fallos y adoptar decisiones para corregirlos, incluyendo un sistema de incentivos o reconocimientos a la labor bien hecha.

Procede, pues, establecer, brevemente, cuanto se refiere a la Bioseguridad en la avicultura de puesta y los componentes principales de un programa o plan de Bioseguridad.

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